miércoles, 15 de abril de 2009

BAJO UN CIELO DE ESTRELLAS (novelando)

Me pregunto si estoy aquí o sólo lo imagino.

Recuerdo esa frase de aquel libro de tapas azules con un ángel de piedra esgrimiendo una espada sobre una figura humana. Sería el ángel de la muerte, imagino, ya que la referencia a él es el título del libro.

Un día lo tomé del estante de mi primera librería, creyendo que era una novela de aquellas que dejaba con desgana. Lo tomé y seguí sus renglones, recreando en ellos imágenes que recordaban una lectura pasada.

La memoria es bien extraña.

Es cierto. Era una mujer anciana que rememoraba paso a paso su larga vida. Muy larga. Más de noventa.

Me gustaría recordar el nombre de su autora. Una mujer. No podía ser otra cosa. Un hombre no escribiría lo que ella.

Este pensamiento, al tiempo que se impone me crece en confusión. No sé a qué me viene esa reflexión. ¿Acaso hay género en las letras?

Será ésta una letra de mujer por el mero hecho de ser mía y no de otro ser.

Curioso leer cómo una anciana recordaba el embiste de su hombre. Aunque sutilmente, daba a entender el placer que es encuentro le proporcionaba. Ningún otro componente le satisfacía de aquella compañía.

De hecho, se había largado dejándolo plantado, aunque de sus palabras se recogía la añoranza que la carcomía cuando en la noche encontraba su cama vacía.

Una tal Margaret, o algo así, era la autora.

Es posible que Laurence de apellido. Recuerdo que asocié ese nombre al de un personaje. Aquel que se acercaba a los vestigios de mi memoria desde ese accidente de bicicleta que le llevaría a la muerte.

Situación que siempre me había llamado la atención. Alguien que había manejado un mundo en la basta arena, tenía que perecer en el absurdo espacio de lo previsible en la civilización a la que regresó.

 

No imagino estar aquí. Miro el reloj y constato que ha pasado la hora de los desayunos en el espacio compartido. Tendré que planificar estos tres días en que el resto los pasaran a la intemperie.

Supongo que habrán llevado sus sacos de dormir, y todo lo que necesiten.

Me cuesta seguir esta decisión.

Me entran ganas de llamar para ver cómo les va, pero no. He de hacer de estos días una ocasión para reencontrarme y ordenar mis ideas.

Amelia ya no tiene sobre mí lo que me subyugaba. De eso hace demasiado tiempo. Al menos así lo creo.

De eso hace demasiado tiempo. Fue todo un proceso, pero supe salir de la dependencia. Sin embargo, quise mantener una amistad y me temo que me equivoqué.

Esa es la cuestión. O tal vez no, y es ahora cuando ando errada.

Estoy hecha un lío.

Por eso necesito darme este tiempo para cuestionar lo que no me acomoda.

 

Anduviste con otras personas. La vida es así, todos andamos con otras personas.

 

Parece, aunque no lo parece, que tomamos un mismo rumbo, en realidad somos falsos compañeros de viaje.

 

Es un recorrido en soledad, solitario, en el que no encontramos sentido a los pasos que en él vamos dando.

Siempre miramos atrás con añoranza falsa.


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