Escribía como si en ello le fuera la vida.
Es que le iba.
Esa fue la razón que la tuvo tiempo ante el ordenador.
Dejó de lado papeles y lápices.
Tiempo atrás, instrumentos para sus vuelos de paloma.
Al principio, imprimía para leer y leerse.
No recuerda cual fue el momento en que sus dedos ágiles tomaron el tiento, desgastando las letras más concurridas.
La e, una de ellas.
La a, por supuesto.
La ese, la o y la ele.
No sólo esas.
Ene y eme, se jalean en confusos velos de invisibilidad, llevándola a confusiones por no saberlas tantear.
Otras letras, entrevistas.
Sin embargo, necesita iluminarse el camino para no perderse.
Aunque los dedos saben sin verse.
PASANDO PARA SALUDARTE YA QUE TENIA UN TIEMPO SIN PASAR POR AKI
ResponderEliminar