domingo, 18 de diciembre de 2011

Silencios y palabras

Nadie tendrá tu voz.

Es tu dolor.
Es tu alegría.
Exaltación de tu vida.

Nadie podrá decir que es suya.

Es única.
Es tuya.

No hay llanto que se repita.

No hay palabra ya escrita,
aunque sea igual.
Tras ella está el significado
que cada uno le da.

Digo madre,
y pienso
en todos los atributos
que le asigno a la mía.

Madre solo hay una.

Mejor manera de expresarlo no la hay.

Esa rosa.
Esa amistad.
Ese amor.

Somos seres
que asignamos
con palabras comunes
lo excepcional
de nuestra yoidad.

Entenderse en lo más profundo es conocerse.

Entonces las palabras sobran.
No hacen falta.
Las miradas lo dicen todo.

Con un gesto.
Con un silencio.
Sabrás de mi dolor antes que yo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

De trajes y zapatos

Compré un hermoso traje chaqueta. Nunca lo llegué a lucir.
Algo ha movilizado ese recuerdo. Unos zapatos de tacón.
En mi caso, soy otra si visto faldas y zapato con un poco de tacón. No demasiado. Los que ahora veo que se llevan, nunca hubiera sabido llevarlos.
De jovencita quería ser mayor, y machacaba a mi madre pidiendo me comprara zapatos de mujer. Así lo hizo. Los primeros, recuerdo que eran de invierno, caí al querer caminar a buen paso.
Posteriormente aprendí a andar con ellos, pero no de más de seis centímetros de altura.
El caso es que aquel traje lo acabo llevando una de mis primas más jóvenes.
En mi familia, primero yo heredé vestidos y trajes de primas mayores, y después fui yo la que los pasaba.
No pude estrenarlo porque cuando quise hacerlo quedaba embutida. Demasiado ajustado. Otra lo habría llevado, yo siempre he querido vestir con holgura. Me había engordado.
Ahora miro atrás y pienso que si tuviera las medidas de ese momento me vería bien delgada.
Es la edad. Cuando tienes poco más de treinta quieres conservar la figura de veinte, y cuando te acercas a los sesenta, la de los cuarenta sería una gozada.
La vida pasa, y te ajamonas o te amojamas.
Me dicen que ahora estoy más guapa.
La cara lo gana.