lunes, 25 de junio de 2007

EN AQUELLOS TIEMPOS...


La oscuridad se antepuso a las sombras dejando entrever una ligera claridad entre las dos figuras que permanecían casi estáticas con el más parsimonioso de los movimientos.
Si alguien hubiera visto las dos figuras plegadas sobre si mismas hubiera pensado que se trataba de dos rocas en medio del camino.
Realmente era la comunión con la piedra de la montaña lo que hacía de las dos figuras seres estáticos.
Se paró el aire a observar tan liviano movimiento.
Permanecieron en esa danza hasta el amanecer.

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