sábado, 18 de septiembre de 2010

Lazos de seda

Yo también tuve esa admiración ciega a mi hermano.

La habitación de papa era un misterio para mí.

Recuerdo que miraba su interior cuando Jacinta estaba en ella ordenando sus cosas.

Matilde ocupó otra.

Me llamaba la atención una caja de laca oscurecida que se posaba en un ángulo del escritorio de papá.
Cuando Jacinta la cogía, para quitarle el polvo, se quedaba con ella contra su pecho.
Supongo que era eso lo que hizo que focalizara mi atención hacía ella.

Cuando regresé al pueblo, y me interné en esos recuerdos de infancia, lo primero que tomé en mis manos fue esa caja.
Tardé en abrirla.
Seguí el ritual que siempre observaba en el umbral de la puerta.
Al hacerlo, sentí la presencia de papá y Jacinta.

Matilde no entraba a ese espacio de la casa.
Eso era algo que me intrigaba siendo una niña, y también una jovencita.

Sé que esa caja guardaba mechones rubios y lazos de seda.

Cuando papá me entregó la llave de lo que aún es mi casa, un apartamento en un barrio mágico de la ciudad a la que he vuelto, lo hizo desprendiéndose de uno de sus tesoros. Un lazo azul cielo.
Mis ojos hacen juego con él cuando estoy relajada.

Dicen de mis ojos que cambian su color, como ese cielo que los reclama.

Papá decía que yo era el regalo que mamá le había dejado para que soportara su ausencia.

Él la amó siempre. Aún después de su muerte.

Matilde nunca se interpuso.
Al contrario.
Simpatizó con ese sentimiento.
Me tomaba en sus brazos y me hablaba de ella, mi mamá.
Al hacerlo, yo sentía que esos brazos eran de madre.

Una mente racional no sabría entenderlo, pero tú sí.
Mamá estuvo en Matilde siempre que ella me tomaba en sus brazos.

¿Se produjo una simbiosis?

No sólo eso.

Cuando saco esas cintas de la caja que hoy tiene su laca oscurecida, y a penas deja ver las flores de sus adornos, con su contacto ...
Las tengo a ellas, a las tres, acunándome.

Las siento en mí.

No se fueron, están en mi piel, en mis huesos, en mi sangre, en mi alma,...

A veces, se ponen ante mí y acarician mi cara, como la brisa del mar que me acompaña.

1 comentario:

  1. Al comienzo le das un toque de misterio que engancha luego al final un tanto romántico pero en conjunto me gusta lo que leo.

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