Ella duerme en saco vacío.
Estrecha la mano del vencido.
Alía uno a uno los amigos.
Compone notas de gloria pretéritas.
Reparte sueños y alegrías.
No duerme en la cama de la abundancia.
No sabe de las almas regaladas.
Busca por los oscuros rincones del alma.
Su color es el verde:
de los prados mojados,
de las copas de los árboles en abril,
de las aguas de los lagos;
dónde las ninfas esperan su llegada.
A ella se engarza el deseo de un día venidero.
En el que no duelan los recuerdos,
ni la tristeza se haga hueco.
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