jueves, 15 de octubre de 2009

No hay marcha atrás

Volveré a esparcir el polvo, señalando mi destino.
Asiré coplas y versos en engarces descompuestos.
Miraré por ese hueco no visible a otros ojos.

Veré.

Te veré en ellos.

En las líneas de mi cuerpo.
En los ojos que ahora no reconozco.

No recuerdo.

El paño que pasé a penas dejó algo de lo nuestro.

Algo nuestro.
Eso es.

Hubo un día en que quise arrastrarte a mis sueños.
Con caricias y te quiero.

¿Dónde quedó?

Lo hubo.

Ahora recuerdo.

Sin embargo.
No estamos en ello.

¿Hemos muerto?

No te siento.

Volvería a ese abrazo y sentiría tu llanto.

Ese sí está enquistado.
En algún recodo del cerebro que ya no siente tu gesto.

Formas parte de mis muertos.
Formo parte y no lo siento.

Has estado aquí a mi lado y has escapado.

Algo te iba por dentro.

No has osado.
Me he quedado con el aura fantasmal que tu presencia me ha dejado.

¡Tanto tiempo!
Casi ya ni lo cuento.

Sesgos de memoria deshilada me han dejado en la estacada y tú en otros entuertos.
¡Cómo vas a saberme si no has estado dentro!

Impotencia es lo que siento.

Amantes fuimos en otro tiempo.
Por ti bebía los vientos.

Me has visto igual a siempre.
Yo no te encuentro.

Has varado en otros puertos y éste sigue en dique seco.

¿Esperabas desconchados que he tapado?
Has mirado desde la sustancia del recuerdo.

Es posible.
¿Has estado elucubrando lo imposible?

Es posible que me amaras y no importara mi cuerpo.
¿Es mi alma lo que viste en otro tiempo?

Si fue así, llevas premio.
No siempre llegamos tan hondo.
Nos perdemos en el brillo de unos ojos sin adentrarnos en ellos.

Has marchado y lo que por mí ha pasado fugaz, como los recuerdos que recorren nuestra mente cuando se está ante una muerte, ha sido el llanto que se insertó como daga, cuando decidí seguir impulsos arrastrados hacia amantes que para nada merecieron mi atención y ahora son nada.

La vida nos pone ante nosotros mismos.

Inequívoca sigue rastros marcados por pulsos equívocos, para llevarnos a nuestro páramo seco.

Recorremos por ella pisando y orillando lo que más queremos.
No lo sabemos sostener.

Deja de ser.

Es similar a la pérdida de inocencia.

No hay marcha atrás.

Tienes que arredrar y contar que otros ríos vadearás.


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