Si te animas a exponer las palabras de tus versos,
verás que tras ellas vengo a entregarte todo mi ser.
El cobijo de mis brazos, ansía enredarse en tu piel.
Abriré todas mis carnes, palpando en recovecos ocultos
que ante ti se presentan manifiestos.
Es a ti a quien daría el tesoro oculto bajo apariencia tosca y distante.
Es a ti, mi elegido, a quien quisiera entregarme.
¡Dime sí!
Si no es así,
abre mi pecho con daga.
Deja manar de mi alma esas lágrimas de sangre que por tu rechazo derrama.
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