Apuró su tiempo.
Estirando el brazo quiso alcanzarlo.
No le fue dado.
Correría tras él.
Grandes zancadas le iban separando.
Cuando cansado y triste paró, constató que al otro lado todo quedaba quieto.
Retrocedió con espanto y en ese acto le alcanzó.
Fue un contacto frío.
Algo se resquebrajó.
¿Acaso en los sueños los espejos son materia frágil que pueda fracturarse?
Despertó con las manos húmedas y las cuencas vacías.
Ella dormía.
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