domingo, 15 de febrero de 2009

Despojos

Caes bajo el abrigo del pecho hueco del falso amigo.
Hiendes tu brazo en él esperando encontrar el calor que no fue.
Extremas tus cuidados en una falsa amistad creyendo que es.

Es posible que esa creencia anime tu paso dándole vuelo y brío.
Es posible que consientas en ello para propio beneficio.
Es posible, o quizás has caído en la treta de creerte en él.

En este mercadeo de sonrisas tiras de la brida suelta al punto.
Estás arrinconando silencios en otro tiempo omitidos.
Deberías atenderlos y sentirlos para darles pie.

¿Por qué has venido a caer en este juego distante de máscaras?
¿Qué te ha traído a él?
Acaso pensaste ser visible ante las cuencas vacías que sólo miran a dentro.

Pensabas que había un hueco para ocupar tu lugar en él.
Creías, confiada que serías alguien con un nombre en piedra.
Sí, en la piedra de los sin nombre que rueda por las canteras.

Piedra rodada y desgastada, esmerilada e inmolada, triturada.
Esa es la raíz de tu ser.

Mirarás la gente creyendo que tienen un nombre diferenciado.
Movimientos lentos de un cuerpo añado, buscando aposentarse.
Tras ese gesto dolido, altiva la frente ni te mira. La vejez.

Has abierto los ojos de la mente
y has escuchado lo que corre por dentro,
en esa riada que no para saliendo ante ti precipitada.

El tiempo ha parado su pausa mirándote quejumbroso,
reclamando tu participación en ese movimiento
y deteniéndose ante ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario