domingo, 15 de febrero de 2009

No te engañas

¿Y ahora qué queda?

Queda seguir en el punto del alma que un día se quedo atrapado cual mariposa que aproximándose a la llama quedó allí extasiada.

Queda mirarse desde dentro y estimarse como el mejor de los regalos de la vida.

Queda estar en un camino propio del que nadie será tenido en cuenta hasta que el olvido sea definitivo.

Queda explicarse a lo largo de renglones escritos al desaire.

Queda dejar de hablarte para seguir la vida sin tu compañía.

Queda el retorno a la misma soledad.

Queda cultivar aquel jardín que por descuido ha dejado crecer hierbas en desorden anulando aquello que otro tiempo era propio.

Queda saberse en un recorrido por el propio trayecto vital.

Queda ser en una mirada propia.

No es fácil.

Ahora el camino es largo.

Sin retorno a ese estado de ambigüedad que ha durado largo tiempo en un si un no que no has sabido aclarar.

El raciocinio no ha sido capaz de dar forma a la escapada.

Ésta ha sido dada sin poderla controlar.

En este momento la quietud se impone.

Los sentidos están dormidos.

Los deseos no demandan.

Te dejas llevar.

La única referencia es tu propia huella que sobre el suelo deja rastro difuso.

Sales de ese cubículo maternal que un día, a la fuerza, tuviste que abandonar.

Nada te toca.

Nada cobra valor a tu alrededor.

Todo resbala sobre tu alma.

La entrada está cerrada.

Sabes que a partir de ahora el camino es más largo.

Si han sido meses llegar a este punto, ahora son años.

Será el viaje iniciático que te acercará a ese nivel del alma en que las cosas terrenas dejan de tener importancia.

Sabes que el tiempo en ti se para. Que un buen día el espejo te devolverá la mirada. Te verás desde el lado en que sabrás, de nuevo, que otro paso has dado.

Se antepondrá a ti un nuevo caminar.

Nunca más volverás a mirar.

Ya no va contigo.

No es algo que tú debas cuidar.

Está en manos de otros.

A ti te queda un futuro de largo recorrido en el que caer a nuevo abismos.

Ese es tu camino.

Ahora es el momento de lamer tus heridas y reponer las fuerzas perdidas.

Un mechón blanco se abre paso, marcando que el camino de la diosa está tomado.

Amaste al joven rompiendo todos los límites.

Le amaste hasta la locura.

Llegaste a ese límite que casi por descuido te dejó pendida en el aire.

Le amaste porque el alma reconoció aquello que tus sentidos negaban.

Amaste.

No amas.

Quedas herida.

Un helado rayo se clavó en tu alma.

El corazón no sangra.

El corazón bombea.

Vino un ángel a liberarte.

Sus preguntas abrieron esa salida.

No te engañas.

Cuesta decirse las cosas.

Las cosas se imponen.

Nada en ti entra a la fuerza.

Una vida que sigue su rumbo, como muchas otras.

Tu presencia en la vida no es otra que la de moverte en medio de sentimientos que arrastran hoyando en tu alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario